miércoles, 6 de mayo de 2009

MARAVILLA



El conocimiento destruye la capacidad de maravillarse. Esta es una de las cosas
más preciadas de la vida, y el conocimiento la destruye. Cuanto más sabes, menos nos
maravillámos, y cuanto menos nos maravillámos, menos significa la vida para nosotros.

No estás extasiado con la vida. No estás sorprendido... empezás a dar las cosas por
sentadas.
El corazón inocente está en un continuo estado de maravilla, como un niño que recoge
caracolas o piedras de colores en la playa, o que simplemente corre de un lado a otro en un
jardín en pos de mariposas... y se maravilla por todo. Por eso los niños hacen tantas preguntas.
Si salís una mañana a dar un paseo con un niño, termina por agotanos porque empieza a
preguntar por esto y aquello, a formular preguntas que no se pueden contestar: «¿Por qué los
árboles son verdes?» y «¿Por qué es roja la rosa?» Pero ¿por qué hace esas preguntas?
 Se siente intrigado. Está interesado por todo. La palabra interés procede de una raíz que significa
estar involucrado... ínter-esse. El niño se involucra en todo lo que pasa.
Cuantos más conocimientos adquirís, menor se vuelve nuestra participación en la vida.
Simplemente pasá de largo... no nos preocupa la vaca, el perro, el rosal, el sol y el pájaro; no
nos preocupa. La mente se nos ha vuelto muy estrecha; simplemente va a la oficina o volvés a
casa. Cada vez más vas en pos de dinero, eso es todo. O detrás de poder, pero  no estás
relacionado con la vida en su multidimensionalidad. Estar maravillado es relacionarse con
todo, y ser constantemente receptivos.

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